¿Y tu qué eres?
Marianne Costa dice que el árbol nos da un “papel” y nos quedamos con ese rol para siempre. Debemos entender que eso es una ilusión absoluta, ese rol no es cierto, que somos capaces de expandirnos en todos los sentidos.

La pregunta inmediata es: ¿cuál es ese papel?
En ocasiones nos dicen, serás carpintero como tu padre. O bien, si somos los pequeños en la unidad familiar, tenemos la misión de cuidar a nuestros padres cuando se hacen mayores.
Lo cierto es que no somos capaces de observar con nitidez el “proyecto que tienen pensado para nosotros”. Naturalmente podemos desobedecer las órdenes parentales, aunque tal vez eso nos provoque una enorme culpabilidad…o una “neurosis de fracaso”.

Permítanme que use un símil futbolístico… el entrenador del equipo quiere que juguemos de delantero centro, cuando la posición que nos gusta es la de portero. Respetar lo que ese entrenador quiere para nosotros provocará que no nos realicemos, o dicho de otra manera, que no seamos felices. Nos pasaremos media vida persiguiendo los sueños de otros… ¿qué pasará con los sueños propios?

La felicidad consiste en hacer lo que en verdad deseamos. En escapar de las órdenes sin sentido que nos dicta inconscientemente nuestro árbol genealógico. Si no lo hacemos es por miedo a ser desterrados del “clan”. Pensamos que fuera del mismo no podremos sobrevivir…lo vivimos como una herencia ancestral.

A estas alturas del artículo nos estaremos preguntando, ¿qué hacer?

Empecemos a buscar esas ideas sin sentido que nuestro árbol genealógico nos transmite. Es tan sencillo como buscar en la vida de nuestros bisabuelos. Investiguemos un poco: sus nombres, fechas de nacimiento, bodas y tipo de muerte. Averigüemos la duración de sus vidas, sus enfermedades, los acontecimientos más graves a los que se vieron sometidos.
Determinadas ideas nacen con ellos, se transmitieron a nuestros abuelos, de ahí a nuestros padres y finalmente llegan hasta nosotros. Algunas formas de actuar ya no tienen sentido en este momento, debemos desprendernos de todo aquello que no nos resulte útil.
¿Qué sentido tiene cargar con pesos muertos?

En palabras de Marianne Costa: “El árbol nos pasa unas ideas intelectuales. Unas creencias y unos pensamientos que van ligados a nuestros bisabuelos.
Debemos examinar todas nuestras creencias (que suelen aparecer en nuestra vida como juicios y críticas)
¿Se trata de pensamientos útiles y bellos? Si no es así debo cambiarlos para poder alcanzar una vida útil y bella
La realización intelectual consiste en tener pensamientos útiles y bellos…”

Añade Jodorowsky que la formación intelectual, las ideas religiosas y las ideas locas vienen de los bisabuelos. Ir más allá de los bisabuelos es empezar a inventarse el árbol. Acabamos con miles de ancestros sobre nuestras cabezas, por eso afirmar que descendemos de un rey es una ingenuidad infantil, o es la mentira de un cretino, o un mito.

Empecemos a investigar…

La sanación del árbol genealógico
¿Es que nuestro árbol genealógico está enfermo?
Imagino que esa será la primera impresión del lector que se acerque hacia este artículo. Jodorowsky dice que un árbol sano es aquel que produce frutos dulces y nutritivos, aunque en su apariencia externa sea un árbol “torcido”. En cambio un árbol majestuoso que produce frutos «tóxicos» es un árbol enfermo

Utilizaré palabras de Marianne Costa para explicar lo que significa “sanar”. Sanar es traicionar la intención primitiva de nuestro árbol genealógico, decir no, romper el contrato de mantenimiento neurótico del árbol.

Imagino que el lector se estará preguntando: ¿dónde estará ese contrato de mantenimiento neurótico de mi árbol genealógico?
Recordemos que cuando hablamos del árbol genealógico nos estamos refiriendo a nuestros hermanos, padres, tíos, abuelos, hermanos de los abuelos y bisabuelos. Un verdadero equipo formado por no menos de 14 personas. Ese “equipo” necesita que nosotros desempeñemos un rol determinado, que nos ajustemos a una forma de actuar determinada. Ese “contrato” que llevamos en nuestro inconsciente más profundo provoca que sigamos al pie de la letra unos determinados condicionamientos intelectuales, emocionales, creativos y corporales que son herencias de nuestro linaje. Este “bagaje”, con el que cargamos sin ser conscientes, condiciona nuestra vida.

Marianne Costa dice que el análisis psicogenealógico de nuestro propio árbol, puede aclararnos las causas originales que desencadenaron esas formas de actuar que nos son propias. Su visión y comprensión resulta sanadora, pero podemos ir más lejos, hacia la superación de esas hirientes rutinas que nos limitan. Para ello localizaremos los nudos de nuestro árbol, observaremos sus secretos, y veremos cómo emprender su sanación liberando sus nudos para alcanzar una vida más sana y más consciente.

Para cerrar este artículo, añadiré unas palabras de Jodorowsky: “La sanación del árbol consiste en quitar la repetición, comprenderla, o repetirla en una forma positiva”

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